jueves, 29 de septiembre de 2011



Paseando por Mistura

Eran ya casi las ocho y media de la mañana del domingo 19, mi despertador sonaba a toda fuerza, sentía el imperioso deber de seguir descansando para reponer fuerzas para la semana que viene. Pero no había otra opción, o me levantaba temprano o no había MISTURA para mí.
El plan era muy sencillo: asistir temprano a Mistura y degustar todo lo que mi capacidad gástrica y económica pueda dar. Gracias a Dios que soy una persona de buen diente y que en esos momentos contaba con el sustento monetario para incursionar dentro de la feria gastronómica.
Y así fue como terminé llegando al Parque de la Exposición a las 10 de la mañana aproximadamente. No voy a mentir, no tenía entrada alguna en mano como para ingresar así que mi única salvación era encontrar a uno de los míticos y salvadores revendedores. Sé que está mal, pero era eso o me quedaba sin Mistura.
No me demoré mucho en encontrar uno, y tras una serie de regateos, logre convencerlo para que me ofrezca la entrada a un precio racionable. A pesar de que la recarga no fue mucha, o no tanto como yo lo esperaba, me lamenté no haber comprado la entrada con anticipación.
Y así fue como estuve entrando en el Edén de los manjares y ricos potajes peruanos a eso de las diez y media de la mañana. Entré sin idea alguna de cómo consumir tantos ricos platos ofrecidos en la feria.
No había desayunado. Así que ese fue mi primer paradero, había que buscar un lugar donde tomar un buen desayuno que compense la entrada. Busque rápidamente en el mapa que nos dieron cuando ingresamos a un restaurante llamado <> del cual había escuchado muchos buenos comentarios durante la semana.
Y así fue como me puse en la cola para recibir el pan con chicharrón y pavo que pedí. Estuve en la cola cerca de 50 minutos mientras esperaba a que mi turno llegase. Mientras esperaba, degusté una pequeñita papa rellena que compre para menguar mi hambre. Hasta que por fin mi turno llegó y tuvo al pan frente a mí, cerré mis ojos y lo probé. Delicioso, no hay otro calificativo para ese pan había probado cosas ricas, pero eso estaba exquisito. Todo esto fue bien acompañado por una chicha siete semillas ayacuchano que compré para refrescarme.
Después de haber comido ese manjar, surgía otra gran pregunta ahora qué como de almuerzo. La respuesta no se hizo esperar mucho, había oído de un chancho al cilindro que estaba espectacular. No lo pensé dos veces y me fui a hacer la cola. Pero lo que encontré fue una fila de proporciones descomunales. No había otra opción, tenía que buscar otra cosa que comer.
Anduve caminando por esa zona para encontrar algo que me antoje comerlo. Por eso es que decidí comer un chicharrón arequipeño que lo vi suculento. Pero al probarlo me desilusioné totalmente, fue un chicharrón más bajo que el promedio.
Salí decepcionado.



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