jueves, 2 de junio de 2011

EXPERIENCIA MISIONERA

La semana de vacaciones fue para muchos un tiempo de descanso, pero para otros fue un tiempo de trabajo para mí fue un tiempo de misión.
Afortunadamente tuve la suerte de ir por segunda vez a la región de Atalaya en Ucayali. Este año fueron 12 alumnos acompañados de 4 profesores. Cuando empezó esta aventura no imaginé que tendría tantas dificultades e incomodidades.
El viaje empezó con un contratiempo en la ciudad de Satipo ya que no teníamos como llegar al puerto. Finalmente luego de un día y 8 horas en bote llegamos a la región de Atalaya. Los padres de la comunidad Claretiana nos recibieron muy bien y nos albergaron una noche en la capilla niña María. Al anochecer nos sorprendió una lluvia torrencial.
Al día siguiente iniciamos nuestra misión muy temprano, viajamos 2 horas en bote para finalmente llegar a la comunidad Las Palmeras y caminar un promedio de una hora para llegar a la comunidad central ‘Diamante Azul’.
Nos dividimos para que cada comunidad tenga la presencia de tres alumnos ya que eran 4 comunidades. Desde un principio se ven los problemas que padecen estas comunidades: falta de agua y luz; no tienen comunicación directa por lo alejadas que están; varios de sus integrantes sufren de enfermedades; pocas personas en estas comunidades saben leer y escribir además no cuentan con un trabajo estable. Pero lo que es aún peor y preocupante es que los niños a los 13 años (edad en la que acaban la primaria), forman sus familias; esto ocurre debido a que no hay una escuela secundaria y estos chicos ven su vida escolar truncada .Además, debido a sus costumbres es difícil plantearles otra ideología o pensamiento.
Nuestra misión en si, es hacer la labor de profesores por 4 días, los cuales no son suficientes pero hacemos nuestro mayor esfuerzo pues hay niños desde 7 hasta 13 años y es necesario llevar un mismo ritmo. Luego de enseñar un poco de los cursos de comunicación y matemáticas, jugamos un poco con los niños y para finalizar con el día, evangelizamos. Tal vez evangelizar sea lo más difícil pues sus creencias les hacen dudar, pero con fe, los niños pudieron conocer a la palabra de Dios.
Lo más especial para nosotros, que viajamos tanto para ver a estos niños; es ver sus rostros alegres al sentir que no son los olvidados. Es ahí donde uno se da cuenta de que muchas veces somos egoístas y pedimos mucho. Esta misión realmente te cambia la vida y tu forma de ver las cosas .Por ejemplo, el primer día del segundo bimestre me sentí extraña al ir en uniforme al colegio y en carro y recordé la realidad en Atalaya niños descalzos con ropa desgastada, caminando para llegar a un pequeño salón con 20 carpetas. Realmente somos afortunados de lo que tenemos y no valoramos esto. Espero que en los siguientes años se amplié los días de permanencia de los alumnos en las comunidades para beneficio de los niños.

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